top of page
  • Foto del escritorCIEIA2020

9 de mayo de 1929

El Día de la inauguración






Aquella esplendorosa mañana primaveral del jueves 9 de mayo, festividad de la Asunción, se celebraba en la Plaza de España de Sevilla la ceremonia inaugural de la Exposición Iberoamericana, cuyas puertas se abrían a miles de sevillanos y visitantes. Por fin, culminaba una ilusión que había tardado veinte largos años en hacerse realidad; años de esfuerzos y esperanzas para los sevillanos. pero también de indiferencias, dudas, obstáculos y pesimismo. Pese a las trabas, la Exposición dejaba de ser una aspiración y se convertía en una realidad tangible. Emociones y alegrías envolvían a los que en el tan espléndido marco de la plaza, esa joya de Aníbal González, asistían a la apertura del magno certamen, que, como diría Luis Montoto en un artículo que, sobre la inauguración, publicó en el diario La Nación de Buenos Aires, era "la fantasía sevillana desbordada”.


En los días previos, la ciudad se había estado preparando. Desde unos días antes de la inauguración, en el puerto y próxima al Pabellón de la Marina, estaba fondeada una reproducción de la carabela Santa María; la escoltaban una división de la Armada compuesta por los destructores Velasco, Lazaga y Alcedo, el cabeza de la flotilla Sánchez Barcáiztegui, el crucero Méndez Núñez y cinco submarinos tipo “B” y dos tipo “C”, así como una flotilla portuguesa.


La ceremonia inaugural

Como se refirió, la ceremonia inaugural -que estuvo revestida de gran solemnidad y boato- tuvo lugar en la Plaza de España, a las doce horas de aquella mañana del 9 de mayo. Para promover la asistencia de los sevillanos y posibilitar los traslados al recinto, el alcalde de la ciudad, Nicolás Díaz Molero, invitó a los comercios a cerrar sus puertas dos horas antes de la ceremonia. De ahí que, desde mucho antes del mediodía, toda Sevilla estuviera en la calle, tratando de alcanzar la Plaza de España, no sin dejar sus balcones bien engalanados.


El público aguardaba el paso del cortejo real. La carrera oficial, custodiada por fuerzas de la guarnición formadas en dos filas, transcurría desde la Puerta del León del Alcázar, siguiendo por la calle de Santo Tomás, la glorieta de Nuestra Señora de los Reyes, la calle San Fernando, la glorieta de Don Juan de Austria, la avenida del Príncipe, la glorieta de San Diego (entrada principal de la Exposición) y la avenida Isabel la Católica, hasta llegar a la Plaza de España. El público tomaba posiciones, como también en el Parque de María Luisa y sus alrededores.


La plaza estaba abarrotada del público que había acudido a presenciar la ceremonia. Esta se podía contemplar desde las galerías altas de la Plaza de España, que fueron de acceso libre, y desde las galerías bajas, las terrazas y las torres, aunque no desde los puentes, que estaban acotados. Para facilitar el seguimiento del acto, se colocaron altavoces. Podríamos imaginar el bullicio, la animación y el colorido de esa plaza, con los sevillanos engalanados para la ocasión, y con grupos de señoras, que según el requerimiento del Director de la Exposición, José Cruz Conde, vestían la tradicional mantilla o el castizo mantón de Manila.



Plano con la indicación de los accesos del público al recinto de la Plaza de España (El Noticiero Sevillano, 9 de mayo de 1929 ).

Los preparativos de la plaza

Para la ocasión, la Plaza de España fue debidamente engalanada, siguiendo las directrices de Santiago Martínez Martín, Director Artístico de la Exposición. Los balcones se adornaron con tapices y colgaduras y se izaron banderas; así en la parte superior del palacio central ondeaban las de Estados Unidos, España y Portugal; en las puertas de Aragón y Navarra, las banderas de los Reyes Católicos y en las torres norte y sur y en las torrecillas del palacio, las de los países concurrentes.


A la entrada de la Plaza de España, dando frente a los puentes denominados de Aragón y de Navarra, y por tanto al palacio central de la plaza, se instaló la tribuna regia, que ocuparían no solo la familia real sino también las principales personalidades. Esta se cubría con una alfombra roja; tras ella se colocaron tres fondos espalderos, el central más alto; de ellos pendían tres tapices propiedad de la Casa Real. Sobre cuatro mástiles que se alzaban sobre los espalderos laterales ondeaban, de izquierda a derecha, las banderas de los Estados Unidos de América, España, Portugal y la de la Exposición Iberoamericana. En un plano inferior, a la derecha, había otro mástil en espera de que fuese izado el pendón carmesí de Castilla.


Delante de la tribuna, en ambos extremos, tras una densa ornamentación floral, dos altos pebeteros escondían tres potentes altavoces-amplificadores. Otros seis se habían instalado en la partes altas de los edificios de la plaza, para que el público pudiera seguir adecuadamente el desarrollo de la ceremonia.


Para la ceremonia de bendición de la inauguración, frente a la tribuna y casi pegada a la gran fuente de la plaza, que ya tenía activo sus novedosos juegos de agua, se dispuso un sencillo altar, con un crucifijo entre cuatro candelabros con sus velas encendidas.


Frente a la tribuna, formaba una compañía del Regimiento de Soria, con banderas y música, otras de Aviación, Somatenes armados y una columna de desembarco de la Marina portuguesa con banderín; a ambos lados de la tribuna, aguardaban escuadrones de la Guardia Civil y de Seguridad.


A izquierda y derecha de la tribuna regia, se montaron sendas tribunas para las representaciones oficiales y e invitados de honor pertenecientes a los más altos estamentos del país: la Grandeza de España, la nobleza titulada, los Maestrantes, el Cuerpo Diplomático, las Grandes Cruces,...


En la terraza de la portada principal del palacio, se situaban los Coros Vascos con su bandera, la Masa Coral Sevillana y las Bandas Municipales de Madrid y Sevilla, así como un grupo de aproximadamente ochenta guitarristas.



La llegada de la comitiva y las autoridades

La entrada de las autoridades a la Plaza de España se realizó en comitiva, siguiendo un protocolo fijado. La abría la corporación municipal, encabezada bajo mazas por el teniente de alcalde del Ayuntamiento, Sr. Alfonso Zbikowski, que portaba el pendón de la ciudad; esta tenía reservado el ángulo izquierdo de la tribuna real. Tras ella iba el Director de la Exposición, José Cruz Conde, seguido de los principales miembros de la Comisión Permanente del certamen y los miembros de la Diputación Provincial, con sus maceros, que -junto a los municipales- se dispusieron al pie de la escalinata a la tribuna.



Cabecera de la comitiva de autoridades en el Parque de María Luisa, llegando a la Plaza de España para la ceremonia de inauguración de la Exposición (fot. de Serrano, Archivo Familia Sánchez Apellániz).



Miembros de la corporación municipal, acompañados por José Cruz Conde, en la Plaza de España antes de la ceremonia de inauguración (fot. de Serrano, Archivo Hermanos Sánchez Apellániz).



A continuación, mientras sonaban los acordes del Paso o Marcha de Infantes, llegaban los infantes de las Casas de Borbón y Orleans, acompañados de sus hijos. Los Embajadores de Estados Unidos y Portugal se ocupaban de saludarlos, mientras el V marqués de Jura Real, Joaquín María Castillo y de la Torre, atendía a los demás diplomáticos.


A las doce menos cuarto, hicieron su entrada primero el Jefe del Gobierno. Sr. Marqués de Estella, acompañado por seis ministros y otros miembros del gabinete-, que inmediatamente saludaron a los infantes, y después el Presidente de la Asamblea Nacional, Sr. Yangüas Mesía. Tras ellos, irrumpió en la plaza una columna portuguesa de desembarco que se unió a las fuerzas del país que ya se encontraba allí.


Cinco minutos antes de la doce un toque de atención avisaba de la llegada de los Reyes, cuya salida del Alcázar había sido anunciada con veintiuna salvas de la batería situada en el Prado de San Sebastián. A continuación, llegaba el Cardenal de Sevilla, Eustaquio Ilundain, vestido de pontifical.


La comitiva real, tanto los reyes como su séquito, llegaron en coches de caballo, en landeaux. Primero, los miembros de la corte, seguidos por los clarines de la escolta rea y luego los monarcas en un coche "a la gran Dumont", llevando al estribo al caballerizo mayor, el Duque de la Unión de Cuba. Tras ellos, el Infante D. Carlos, guión de la escolta, y miembros de Caballería de Alfonso XII. Por último, llegaban en sus respectivos coches de tiro, en uno las Infantas Dña. Beatriz y Dña. Cristina, y luego, sucesivamente, la duquesa de San Carlos, la condesa del Puerto, seguidos de un oficial de la escolta real portando el pendón carmesí de Castilla, precediendo a otra sección de esta fuerza. Por último entraba S.A.R. el infante Don Carlos de Borbón, Capitán General de Sevilla, acompañado de sus ayudantes. Mientras el público aclamaba.


Las autoridades fueron ocupando sus sitios; primero los Reyes, después los Infantes, los miembros del gobierno, y finalmente las restantes autoridades nacionales y locales.



Vista general de la Plaza de España durante la inauguración (fot. de Serrano, Arch. Familia Sánchez Apellániz).



El programa del acto inaugural

El acto comenzó a las doce horas con la ceremonia religiosa de bendición, a cargo del Cardenal de Sevilla Eustaquio Ilundain, revestido de pontifical y acompañado en el altar de la plaza por varios canónigos.


Tras la bendición, se pronunciaron sendos discursos, con la grandilocuencia y retórica habitual en la época. El primero en tomar la palabra, el Director de la Exposición, José Cruz Conde, reconoció los esfuerzos realizados por sus antecesores para celebrar el certamen así como el interés y apoyo del Rey y el gobierno, refiriendo también el especial significado que para España tenía, la presencia de veinte naciones americanas en Sevilla. Tras su discurso, que según la prensa fue seguido de una gran ovación, hizo uso de la palabra el general Primo de Rivera, quien según indicaba El Liberal, elogió a las mujeres sevillanas, ensalzó la idea de la Patria e incidió en la Raza como vínculo de unión entre las naciones iberoamericanas. De nuevo, una gran ovación siguió al discurso. Finalizado este, el Rey, en pie, pronunció las palabras de rigor: “Queda inaugurada la Exposición Ibero-Americana de Sevilla”, que se vieron seguidas por una atronadora ovación, mientras las bandas interpretaban la Marcha Real y se disparaban salvas de artillería.


Tribuna regia en el acto de inauguración (Arch. Familia Sánchez Apellániz).


A continuación, las Bandas de Sevilla, Madrid y Alabardero interpretaron el himno de la Exposición que fue cantado por el tenor José García, acompañado la masa coral Rondalla y el Orfeón Donostiarra y la coral bilbaína, además de cien guitarras.


El acto inaugural finalizó con el desfile de las tropas que habían tomado parte en el acto, así como varias escuadrillas de aviones procedentes de la Base Aérea de Tablada. Según la prensa, más de 100.000 personas asistieron a la inauguración, considerando tanto los presentes en el recinto y como en el recorrido de la comitiva regia.



Sus Majestades los Reyes, abandonando la Plaza de España tras la conclusión del acto (fot. de Dubois, Arch. Familia Sánchez Apellániz).




Ecos de la inauguración en la prensa





El acto inaugural tuvo amplio eco en la prensa local del día posterior. Destacaron especialmente el testimonio de El Liberal de Sevilla, tan ligado al certamen desde su génesis a través de su director José Laguillo y el de El Correo de Andalucía.




Reportaje de El Correo de Andalucía sobre la inauguración de la Exposición (10 de mayo de 1929, p. 1).





.

Por la importancia del evento y por la vinculación desde los orígenes del proyecto de la Exposición de Torcuato Luca de Tena, que había fallecido meses atrás, los medios de los Luca de Tena recogieron un reportaje especial sobre el acto.


El 10 de mayo, no existiendo aún la edición sevillana de ABC, que arrancó en octubre de 1929, el diario ABC de Madrid sacó un número especial dedicado a la Exposición con abundante información gráfica sobre la ceremonia inaugural. Las fotografías, tomadas por Gregorio Corrochano, llegaron a Madrid en un servicio aéreo, aquella misma tarde; a las siete de la mañana del día 10, la edición salió de la Base Aérea de Getafe en un junker, que tardó dos horas en llegar a Sevilla. La edición se agotó rápidamente, así como una nueva edición que se puso a la venta.


Portada del número de la Revista Ilustrada Blanco y Negro dedicado a la Exposición Iberoamericana.



También la revista Mundo Gráfico dejó constancia de la ceremonia.


Llegada de los reyes a la Plaza de España (Mundo Gráfico, 15 de mayo de 1929, p. 25).



Durante varias semanas, como consecuencia de la apertura de la Exposición Iberoamericana el nombre de la ciudad se prodigó en las primeras páginas de varios diarios europeos y americanos que habían enviado a corresponsales especiales para cubrir el evento. La ceremonia fue también recogida por diarios internacionales de referencia como The Times y La Nación de Buenos Aires, así como una gran cantidad de rotativos de Cuba, Méjico y Argentina. El tratamiento que la prensa internacional dio al evento era en realidad una velada propaganda del régimen primorriverista.



Tras la ceremonia

Terminada la ceremonia, los Reyes y su comitiva marcharon a un almuerzo en el Alcázar. Gran parte del público asistente a la inauguración se dispersó por la Plaza de España y el Parque de María Luisa.


Fue aquella una tarde de visitas para los reyes, que recorrieron las instalaciones oficiales de la Plaza de España: la Escuela Industrial, la Sala de la Dirección General de Acción Social y Emigración, las del Descubrimiento de América, las de la Historia de Sevilla y la Casa Romántica.


Después pasaron a visitar la exposición montada por el Ministerio de Instrucción Pública, la del Instituto Nacional de Previsión y la sala del submarino Peral, la del Instituto Oceanográfico y la de las confederaciones hidrográficas; más adelante pudieron ver las instalaciones de Montes, Minas e Instituto Geológico donde se había instalado una fuente de mercurio. Para terminar su visita se trasladaron al último sector de la Plaza de España visitando el Museo del Libro donde se encontraba instalada la imprenta de Gutemberg y la Feria del Libro.


Esa noche, el Comité de la Exposición ofreció a los Reyes una cena de gala en el Casino de la Exposición, a la que siguió la inauguración del Teatro de la Exposición, con la comedia “El Vergonzoso en Palacio” de Tirso de Molina.



Noticias sobre la jornada en la prensa local

  • El solemne acto inaugural de la Exposición. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 1 de mayo de 1929, p. 1.

  • El acto inaugural de la Exposición Ibero-Americana. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 1 de mayo de 1929, p. 1.

  • El atavío de la mujer sevillana en la inauguración del certamen. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 4 de mayo de 1929, p. 3.

  • Las damas deberán concurrir de mantilla al acto inaugural. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 4 de mayo de 1929, p. 3.

  • La inauguración de la Exposición Ibero-Americana. Un bando de la Alcaldía. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 4 de mayo de 1929, p. 8.

  • La llegada de Orfeón Vasco. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 4 de mayo de 1929, p. 1.

  • La banda municipal de Madrid en Sevilla. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 4 de mayo de 1929, p. 2.

  • Barcos de guerra en Sevilla. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 5 de mayo de 1929, p. 1.

  • Las invitaciones para asistir a la inauguración. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 7 de mayo de 1929, p. 1.

  • Las invitaciones para la apertura de la Exposición. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 7 de mayo de 1929, p. 1.

  • El acto inaugural de la Exposición. Cómo tendrá acceso el público al recinto dela plaza de España. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 8 de mayo de 1929, p. 1.

  • La carabela “Santa María”. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 8 de mayo de 1929, p. 2.

  • En víspera del magno acontecimiento. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 9 de mayo de 1929, p. 3.

  • La entrada en el recinto de la Exposición. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 9 de mayo de 1929, p. 4.

  • La ceremonia inaugural. En El Correo de Andalucía, de Sevilla, 10 de mayo de 1929, p. 1.

  • Su majestad el Rey declara inaugurada la Exposición Ibero-Americana. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla, 10 de mayo de 1929, p. 7.

  • La solmene ceremonia oficial. En El Liberal, de Sevilla, 10 de mayo de 1929, p. 1.

  • El magno Certamen Ibero-Americano en Sevilla. En El Liberal, de Sevilla, 10 de mayo de 1929, p. 3.


Referencias bibliográficas

  • Narbona, F. (1987). Sevilla y la Exposición de 1929. Sevilla: Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, pp. 31-32.

  • Real Balbuena, F. (1961). La Exposición Ibero-Americana. Origen y gestación de la magna empresa. En ABC de Sevilla. 9 a 12 de octubre de 1961.

  • Rodríguez Bernal, E. (1994). Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929. Sevilla: Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, pp. 345-349.

  • Rodríguez Bernal, E. (2006). La Exposición Ibero-Americana de Sevilla. Sevilla: ICAS Ayuntamiento de Sevilla, pp. 211-216.



Cómo citar esta entrada

9 de mayo de 1929. El día de la inauguración. En El Diario de la Exposición, de Amparo Graciani García y Juan José Cabrero Nieves, https://www.eldiariodelaexposicion.com/post/9-de-mayo-de-1929. Sujeto a Licencia Creative Commons.







465 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page