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24 de mayo de 1930

La retreta alegórica





El sábado 24 de mayo los asistentes al Vll Congreso Internacional de la Propiedad Urbana pasaron su última jornada en la ciudad. Por la mañana, acompañados por el presidente de la Cámara de la Propiedad Urbana de Sevilla, visitaron diferentes pabellones entre ellos, los de Cuba, Méjico y Argentina.


Por la tarde, estuvieron en la Real Venta de Antequera, donde fueron obsequiados con un vino de honor y presenciaron la exhibición de ganado de la corrida del día siguiente. En paralelo, como se llevaba haciendo durante esa semana, en el Cinematógrafo de los Estados Unidos, se proyectaron películas sobre los avances de la aeronáutica de la época y sobre las actividades de los aviadores más destacados; entre ellas, unas sobre la llegada del Graf Zeppelin a Sevilla, el regreso de los capitanes Jiménez e Iglesias, la partida del «Pájaro Blanco» desde el Aeródromo de Tablada, y la visita del doctor Eckener con el Graf Zeppelin a la ciudad de Akron en Estados Unidos.


Un nuevo modelo de espectáculo para la Exposición

Por la noche, mientras los congresistas tomaban el expreso a Madrid, en el Sector Sur daban comienzo las Fiestas en Honor de los Descubridores y Colonizadores de América que concluirían el jueves 29 de mayo. Con tal motivo, entre las nueve y las doce de la noche el recinto lució su iluminación extraordinaria. Había gran expectación por ver el gran acontecimiento de la noche, la Retreta Alegórica, un espectáculo novedoso en la Exposición.


De hecho, desde el siglo XIX, los espectáculos festivos de la ciudad incluían retretas militares; estas consistían en unos cortejos nocturnos, meramente musicales, en los que miembros de tropas de diferentes armas, portando faroles y antorchas, iban por las calles tocando música. En el levante español, se incorporaban carrozas con grupos escultóricos de carácter alegórico, acompañadas por figurantes a pie con sus correspondientes atributos. En Sevilla no eran muy frecuentes aunque las había habido, como por ejemplo la gran retreta o cabalgata anunciadora de las Grandes Fiestas de Santiago y Santa Ana que recorrió las calles de Dos Hermanas (Sevilla) en la tarde del 24 de julio de 1926, con el nombre oficial de la Cabalgata Alegórica Cívico-Militar, eran de pequeña envergadura. De hecho, la nazarena contó solo con una carroza tirada por caballos en la que unas jóvenes de la localidad acompañaban a la reina de las fiestas.


El éxito de la Cabalgata Histórica Mariana de mayo de 1929 propició la búsqueda de un modelo de espectáculo parateatral alternativo que permitiera exaltar y divulgar de un modo diferente el papel de los descubridores y colonizadores de América.


Ante la falta de tradición en la ciudad, la organización de la retreta fue encargada a un afamado constructor de decorados valenciano, Tadeo Villaba Monasterio, a quien meses atrás se había encomendado el diseño de la cabalgata del Carnaval, asignándosele un presupuesto máximo de 50.000 ptas. Villalba confió la ejecución de las esculturas de las carrozas, que simulaban ser de bronce, al escultor levantino Francisco Coret Bayarri. Coret (Meliana, Valencia, 1885-1977), formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y posteriormente en París. Aunque en su producción también se incluían obras religiosas y figuras alegóricas, Coret, que había despuntado en la Exposición Regional Valenciana de 1909, en la que fue premiado con la medalla de oro por su grupo La iaia, se había especializado en la construcción de carretas para la Batalla de Flores de la feria de julio de Valencia, habiendo obtenido en varias ocasiones el Premio Extraordinario del Barón de Cárcer, y también en la construcción de fallas; de hecho, la que realizara aquella primavera de 1930 para la Plaza del Doctor Collado, había sido muy destacada. Una vez más, la supervisión artística del trabajo quedó a cargo del pintor Santiago Martínez, asesor artístico del Comité de la Exposición y de la propia retreta.


Villalba y Coret instalaron su taller en el Pabellón de Maquinaria del recinto de la Exposición. Allí habían quedado almacenadas las carrozas de los Carnavales, cuyas plataformas se reutilizarían para las carrozas de la retreta.


Milicias y música en la retreta

La Retreta Alegórica, también referida en la prensa como la Retreta Histórica, salió a las diez y media de la noche desde el Pabellón de Maquinaria para recorrer las avenidas del Sector Sur y desembocar, por el Paseo de las Delicias en la Plaza de España. En las avenidas y en dicha plaza se instalaron unas sillas, al precio de cincuenta céntimos y una peseta, respectivamente. Al llegar a su destino, con media hora de retraso, se le incorporó una retreta militar.


El cortejo de la retreta estaba integrado por soldados, marineros, bandas de música y figurantes a pie acompañando las carrozas. Estas se iluminaban con reflectores y mientras pasaban, la intensidad del alumbrado público se iba disminuyendo.


Los soldados y los marineros de las fuerzas de la guarnición, que eran cuatrocientos, iban con uniforme de gala y portaban artísticos faroles, con formas variadas y con decoraciones adecuadas al grupo y la carroza que acompañaban.


Por la importancia que la música cobraba en este espectáculo, participaron diferentes bandas: la Municipal, las de los Regimientos de Soria y Granada, las de cornetas y tambores de todos los regimientos de la plaza (Artillería, Intendencia, Ingenieros e Infantería) y las montadas de la Guardia Civil y Caballería. También participaron músicos de otros cuerpos que se desplazaron a Sevilla para tocar unas marchas guerreras y composiciones de los siglos XVI y XVII arregladas por dos famosos organistas de la catedral, Norberto Almandoz y el padre Otaño. El músico mayor del Ejército, Moisés García Espinosa, a la sazón, y desde 1915, músico mayor de la Banda Regimiento de Granada nº34 de Sevilla, (que había participado en la referida retreta de Dos Hermanas de 1926) compuso un himno de los descubridores y colonizadores de América, que fue interpretado pro la retreta musical que siguió a la retreta histórica. En concreto, vinieron tocadores de chirimías del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, y su tambor mayor, así como cuatro tocadores de pífanos y el primer clarín del Cuerpo de los Miqueletes de Guipúzcoa, quienes tocaron unos clarines construidos en Austria específicamente para estas fiestas.


Elementos del cortejo

La historia y la propia arquitectura del recinto sirvieron a Tadeo Villalba como elementos inspiradores a la hora de diseñar las carrozas de la retreta. El cortejo estaba formado por cuatro carrozas y cuatrocientos farolillos artísticos. Según el programa del acto, se organizó en cuatro grupos, correspondiendo a cada uno de ellos, una carroza. Durante el mes de abril, se trasladó amplia información sobre la composición del cortejo, que, según las referencias de prensa y el programa publicado, se alteró al menos en el orden de los grupos, ya que dedicado al descubrimiento discurrió en segundo lugar, seguido por el dedicado a las Repúblicas Americanas, y no al contrario como se publicitó inicialmente.



El primer grupo. La carroza “Las joyas”


La retreta se abrió con la banda de trompetas de la Guardia de Seguridad, con trajes de gala, en concreto cuarenta y cinco guardias montados. La seguía un gran número de tropa (cincuenta soldados de Ingenieros) también de gala, a caballo y después un heraldo portando el estandarte alegórico de la fiesta, que representaba a una figura de las razas aborígenes.


Lo escoltaban otros cuatro trompeteros que ejecutaban bellas y antiguas composiciones a cuatro voces. Tras ellos, a caballo, y ataviados con ricas dalmáticas con las armas de Castilla, León, Aragón y Sicilia, iban catorce heraldos que llevaban estandartes o pendones, con los escudos y las armas de los Reyes Católicos.


Tras ellos iba una comitiva formada por distintos grupos, portando diversos objetos que Colón trajo del Nuevo Mundo. Les seguían veinte marineros que, sobre andas, llevaban aves raras y exóticas, con armazones metálicos de vistosos colores.


Tras ellos, iban sendos grupos de portadores de faroles. El primero estaba conformado por siete personajes, caracterizados como los indios traídos de América, que llevaban faroles, representando ídolos y joyas prehispánicas. Los diez miembros del siguiente grupo, que intencionadamente superaban al anterior en número, portaban faroles alegóricos de España.


A continuación, cuatro marineros conducían sobre andas un fantástico lagarto de metro y medio de largo, ejecutado con armadura de metal, cubierto con brillantes escamas. Tras ellos iba la banda de clarines de Miqueletes, seguida por una sección oficial del

escuadrón de Seguridad, que portaban faroles alegóricos.


Tras este pequeño desfile, iba la primera carroza, dedicada a las joyas y tesoros del Nuevo Mundo). En su construcción intervino José Jiménez Peña, maestro de primera de la casa Vicente Pueyo, se titulaba “Las Joyas” y representaba, los tesoros y las curiosas joyas del Nuevo Mundo. Sobre una plataforma rectangular, que la prensa calificó “de estilo mejicano”, y entre grandes plantas exóticas, palmeras y hojas de plátanos.


En su centro, rematándola carroza constaba de un gran disco que representaba al sol naciente, aludiendo al Nuevo Mundo, realizada con una estructura luminosa de cuatro caras, confeccionadas por cristales de diferentes colores. El sol, que servía de dosel a dos indias adoradoras del fuego y tres grandes “fetiches o ídolos de oro” entrelazados por flechas, lanzas, collares, etc., simbolizando las riquezas que Colón trajo de América. En el basamento de la carroza se colocaron elementos de la arquitectura del Pabellón de Méjico y, delante, lo que la prensa refiere como una cierva decorativa y que era en realidad una figura inspirada en una de las dos ciervos sagrados que Rómulo Rozo hizo en escayola dorada para decorar los arranques de la escalera del Pabellón de Colombia; en concreto, la prensa lo refiere como una cierva porque a poco de inaugurarse la Exposición la correspondiente al ciervo debió romperse y cuando se diseñó la retreta solo existía la de la cierva.


La carroza iba rodeaba de grupos de indios con ricas indumentarias con faroles.



El segundo grupo. La carroza “El Descubrimiento".


Abría el grupo la banda de trompetas, constituida por todas las de la Guarnición de Sevilla, que ejecutaron composiciones del siglo XVII. A continuación, iba un nutrido grupo de tropas (cincuenta soldados montados de Artillería y otros tantos marinos del Cañonero Laya), llevando diversos faroles con luz roja que, se diferenciaban de los del primer grupo, no solo en el color, sino en que representaban estilizadas frutas exóticas, que Colón trajo de América, en vez de ídolos americanos. Les seguían cuatro heraldos ataviados con dalmáticas y portadores de estandartes, que abrían paso a la segunda carroza.


En esta segunda carroza figuraba un enorme globo terráqueo de cuyas entrañas, entre con hojas de palmeras y plataneras, salían diversos indios, pertenecientes a las distintas islas descubiertas, aludiendo a las razas aborígenes.


Sobre este, en la parte superior de su superficie, que figuraba ser el punto de la tierra descubierta, se levantaba un grupo compuesto por tres figuras a tamaño natural. En el centro, Cristóbal Colón, con la mano derecha empuñando la cruz de su espada sobre el corazón, “símbolo de la fe religiosa y caballeresca que le animaba” y con el escudo de los Reyes Católicos en la izquierda y con la cabeza y la vista elevadas al cielo, “en actitud de profundísimo reconocimiento por la realización de sus soñadas esperanzas”. A cada lado, “y como apoyados en él” se representaba a los hermanos Pinzón, Martín y Vicente, “expresando en su rostro y en su actitud la admiración, la sorpresa y la alegría… todos los sentimientos, en fin, que debieron embargarles al ver realizado el pensamiento del hombre superior, a quien comprendieron y siguieron con gran valor y grandeza de ánimo”.


Delante de la carroza, en la parte inferior, se reproducía triunfal la proa de la carabela Santa María. El conjunto descansaba sobre grandes volúmenes, pergaminos y mapas que representaban las Leyes de Indias, y circundando la bola una cinta con la leyenda “Por Castilla y León, Nuevo Mundo halló Colón”. Cerraba el cortejo un grupo de chirimías y tambores del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos, interpretando músicas de los siglos XVI y XVII.





Segunda carroza ("Los Descubridores") ("Los Descubridores") que se representa a Colón y los hermanos Pinzón (Fot. de Mundo Gráfico, 11 de junio de 1930, p. 24).






El tercer grupo. La carroza de las Repúblicas Americanas


Cincuenta soldados de Intendencia y Caballería y otros tantos del Regimiento de Infantería de Soria, todos ellos a caballo, abrían el grupo. Portaban faroles artísticos con los escudos y las banderas de los países americanos y de España, con luces amarillas. Les seguía la banda de chirimías que ejecutaban piezas populares de la época del descubrimiento y la banda de cornetas del regimiento de Ingenieros. Estas precedían a la tercera carroza que simbolizaba “Las Repúblicas Americanas”.


La carroza, que estaba ornamentada con un gran número de detalles simbólicos, simbolizaba cómo las veintidós Repúblicas Americanas se adherían al homenaje que se rendía a los descubridores.



En la carroza se simulaba un monumento, de mármoles y jaspes, dedicado a las cinco razas aborígenes. Lo remataba un grupo escultórico, simulando ser de bronce, de tres indios erguidos y portando banderas y lanzas, que aludían a las diferentes razas americanas. A los lados, en un nivel inferior, se disponían dos indias recostadas que llevaban unos arcos. En la base del monumento se representaban los escudos de las repúblicas americanas. Presidía el conjunto, Magallanes sentado en un sitial. Su figura aún no aparecía en la imagen que reproducía Mundo Gráfico. En la parte delantera de la carroza, iban veintidós señoritas ataviadas con trajes de las distintas Repúblicas. Cerraba este grupo la banda de música del Regimiento de Granada.

Tercera carroza ("Las Repúblicas Iberoamericanas") (Fot. de Mundo Gráfico, 11 de junio de 1930, p. 24).




El cuarto grupo. La carroza de España



El cuarto y último grupo se iniciaba la banda de trompetas de la Guardia Civil, cuarenta soldados de Caballería de Alfonso XII, otros tantos de Aviación y los mismos del Regimiento de Infantería de Granada a pie acompañados de heraldos, todos ellos con los artísticos faroles rojos y amarillos, en alusión a España, a sus antiguos reinos y a Sevilla. Cuatro heraldos más, ataviados de la misma forma que los anteriores, avanzaban delante de la cuarta última carroza, la carroza de España, simbolizando la España del descubrimiento y la España actual en la que iban treinta y dos señoritas ataviadas con trajes alegóricos al reinado de los Reyes Católicos y las regiones españolas.


Esta gran carroza ciertamente monumental, estaba formada por tres cuerpos rectangulares superpuestos. En los frentes laterales del primero, figuraban dos escudos de España de gran tamaño, y a lo largo del mismo un friso de estilo renacentista con esculturas y ornamentos de sabor clásico con grupos de amorcillos en altorrelieve (de bronce imitado), sobre diferentes frutas que representaban la riqueza agrícola del país.


El siguiente cuerpo tenía una amplia cenefa de motivos decorativos con arcos de crestería gótica-florida en la que se intercalaban los escudos de Castilla y León, esculpidos en piedra; en este segundo cuerpo, iban muchachas ataviadas con trajes regionales españoles y damas de los Reyes Católicos a la usanza del siglo XV.


El último cuerpo era un basamento macizo, en cuyos laterales se disponían dos altorrelieves con dos hechos célebres del reinado de los Reyes Católicos: la rendición de Granada y el recibimiento de Cristóbal Colón. En la parte saliente del basamento, aparecían los escudos de las regiones españolas, ejecutados en relieve e imitando bronce. Coronando el conjunto monumental, se dispuso un gran león dorado que simbolizaba a España, “la Madre Patria”. Cerraba el cortejo la Banda Municipal.





Cuarta carroza ("La España del descubrimiento y la España actual") (Fot. de El Noticiero Sevillano, 20 de mayo de 1930, p. 3).





La retreta musical en la Plaza de España

La llegada de la retreta a la Plaza estaba prevista a las once y media de la noche, pero se retrasó y llegó a las doce. A pesar de que la temperatura era desapacible, la plaza estaba completamente abarrotada de público; sus galerías y las torres estaban iluminadas. En la tribuna que se instaló en profeso estaban las autoridades locales, el Comisario Regio, los miembros del Comité y los representantes de los países americanos.


Allí terminó el desfile del cortejo. A continuación, las bandas de los Regimientos de Soria y Granada, la del Municipio, las de cornetas y tambores de Ingenieros, Caballería, Artillería, Guardia civil y Comandancia de Intendencia, interpretaron la retreta musical que, expresamente para este acto, había compuesto Moisés García de Espinosa, músico mayor del Regimiento de Granada.


La pieza, que se consideró el himno de los descubridores y colonizadores, fue muy aplaudida por el público. De ahí que el Comité decidiera repetirla el domingo siguiente, el 1 de junio, a las nueve de la noche, volviendo entonces a tener el mismo éxito, por lo que el 29 de septiembre, durante la Feria de San Miguel de 1930, la retreta volvió a sonar en la Plaza de España.

En el Teatro en la Exposición

En el Teatro de la Exposición la Compañía de Juan Bonafé y Hortensia Gelabert puso en escena a las diez y cuarto de la noche la obra La educación de los padres, de José Fernández del Villar.

Noticias de la prensa local sobre la jornada
  • La cabalgata alegórica de anoche. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 25 de mayo de 1930, p. 3.

  • El desfile de la Retreta Alegórica constituyó un éxito brillantísimo y un espectáculo de la más alta belleza artística. En El Noticiero Sevillano, de Sevilla. 25 de mayo de 1930, p. 1.

  • Vll Congreso Internacional de la Propiedad Urbana. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 25 de mayo de 1930, p. 3.

  • Programa de aviación en el cine de los EE UU. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 24 de mayo de 1930, p. 5.

  • Programa de la Exposición del día. En El Correo de Andalucía, de Sevilla. 24 de mayo de 1930, p. 3.


Cómo citar esta entrada

24 de mayo de 1930. La retreta alegórica. En El Diario de la Exposición, de Juan José Cabrero Nieves y Amparo Graciani, https://www.eldiariodelaexposicion.com/post/24-de-mayo-de-1930. Sujeto a Licencia Creative Commons.






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